Por: Dolly Martin
Cuando un varón le pide la mano a una dama y ella acepta, su gozo es evidente a todos los que lo rodean. Piensa en su novia, habla de ella con todos, y vive a la expectativa del día glorioso cuando se unirá en matrimonio con ella. Los días, meses y a veces años previos a la boda se pasan volando porque planea pasar el resto de su vida con ella a su lado.
Muchos de nosotros hemos pasado por esa grata experiencia o hemos visto a otros disfrutar de un lindo noviazgo y boda. En la Biblia leemos muchas encantadoras historias de parejas enamoradas. Una de ellas es la del patriarca Jacob, quien trabajó siete años por su enamorada, Raquel, “y le parecieron como pocos días, porque la amaba” (Génesis 29:20).
Ella es Su deleite
Siete años parece mucho tiempo, pero la Biblia habla de un novio que ha estado esperando a su novia mucho más que siete años. Leemos de Él en Isaías 62:4-5 que dice, “Ya no te llamarán «Abandonada» ni a tu tierra la llamarán «Devastada»; sino que serás llamada «Mi deleite», tu tierra se llamará «Mi esposa»; porque el Señor se deleitará en ti y tu tierra tendrá esposo. Como un joven que se casa con una joven, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti”.
La novia del cual Dios está hablando es el pueblo de Israel y la tierra es la ciudad de Jerusalén, o Sión. El Señor ama a los judíos y ama a la ciudad de Jerusalén. Esta es una de muchas profecías que hablan del día cuando Cristo volverá a la tierra y reinará desde esa santa ciudad. Desde el cielo bajará la Nueva Jerusalén, y Su trono estará en el templo. Todos vendrán a Él y ya no habrá más pecado, tristeza o dolor. Será glorioso y Jesús está anticipando y anhelando la llegada de ese día cuando se unirá con su novia para toda la eternidad.
Pero este pasaje tiene una doble aplicación porque el Señor también llama a la iglesia su novia. En Efesios 5:25, Dios da instrucciones a los hombres a amar a sus esposas de la misma manera que Él ama a la iglesia. “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”.
Todos los que hemos recibido al Señor como nuestro Salvador formamos la iglesia de Cristo, su novia, y un día nos uniremos a nuestro novio en una boda inigualable e incomparable. Apocalipsis 19:7-8 lo describe: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.
Cristo ama a su novia más que cualquier novio ha amado a su prometida, pero ha demorado su boda porque está esperando que otros se unan a su iglesia. El murió por todos, pero no todos lo han recibido, y solo los que lo reciben califican para participar en esa gloriosa boda celestial.
Su novio le está esperando
¿Qué de usted? ¿Es un observador, un interesado, pero resiste comprometerse a convertirse en seguidor de Jesús? El Señor le está esperando porque le ama profundamente, y anhela que usted sea parte de su familia. Él quiere que usted pase la eternidad con Él en Su casa disfrutando de Su mesa y de comunión con Él. Está llamando a su puerta y quiere entrar en su vida. Él dice en Apocalipsis 3:20, “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
No deje pasar esta oportunidad. No resista la voz del Señor. Abra la puerta de su corazón al Señor para recibir el perdón de sus pecados y unirse a formar parte de la novia de Cristo. Su novio le está esperando.