Por: Dolly Martin
Saúl fue escogido por Dios para ser el primer rey del pueblo de Israel. En 1 Samuel 9:2, Dios describe a Saúl como un hombre joven y hermoso. “Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo”. Saúl fue un hombre humilde incluso escondiéndose entre el bagaje cuando Samuel lo quería presentar al pueblo como el escogido de Dios. El Señor rara vez escoge a personas por su capacidad, sino por su actitud y disponibilidad. El Señor capacita a aquel que está dispuesto a servirle fielmente y obedecer Sus mandatos. Después que el profeta Samuel ungió a Saúl, la Biblia dice que Dios cambió su corazón, o sea le invistió con el corazón que necesitaba para cumplir la tarea que Dios le había escogido para hacer.
Sin embargo, unos años más tarde, Saúl se convirtió en un hombre desobediente al Señor, muy miedoso, inestable, impredecible y violento. Incluso, Dios le envió un espíritu malo que lo atormentaba y le provocaba unos terribles arranques de ira.
Durante el programa Temas Vitales, el Dr. Guillermo Donamaría (psicólogo y psiquiatra cristiano) explicó varios diferentes desórdenes de personalidad y mencionó al rey Saúl como un ejemplo de alguien con una enfermedad mental llamado narcisismo.
Desorden de personalidad
Una persona con desorden de personalidad es inestable emocionalmente e impredecible en sus acciones. Un momento puede estar feliz, pero de repente se altera a tal modo que parece ser un lunático. El rey Saúl era muy inestable en sus emociones. Desobedeció la orden de Dios de aniquilar al pueblo de Amalec porque temía al pueblo, quienes querían llevar a los animales del pueblo de Amalec como botín. Saúl comenzó su reinado con un corazón humilde y temiendo a Dios, pero lo terminó creyendo ser gran cosa y temiendo perder su popularidad entre sus súbditos. Llegó a envanecerse tanto que construyó un monumento a sí mismo en el pueblo de Carmelo después de vencer a los Amalecitas (1 Samuel 15:12).
Cuando David mató al gigante Goliat, Saúl lo hizo comandante de su ejército, pero cuando la gente celebró la victoria de David sobre los Filisteos, el rey se enfureció y se llenó de celos contra David. El próximo día le sobrevino un espíritu malo “y comenzó a desvariar como un loco en su casa” (1 Samuel 18:10, NTV). Varias veces mientras David tocaba el arpa para tranquilizar al rey, éste arrojó su lanza hacia David con el fin de clavarlo contra la pared. Pero Dios protegió a David quien pudo huir ileso.
Saúl maldice a su amado hijo
El Rey Saúl amaba a su hijo Jonatán y planeaba que éste fuere su sucesor en el trono. Jonatán también amaba a su padre. Cuando David le dice a Jonatán que su padre lo quería matar, Jonatán defiende a Saúl diciendo, “¡No es cierto!—contestó Jonatán—. No vas a morir. Mi padre siempre me cuenta todo lo que piensa hacer, aún las cosas más pequeñas. Sé que mi padre no me ocultaría algo como esto. ¡Sencillamente no es cierto!” (1 Samuel 20:2, NTV)
Cuando Jonatán habló con su padre para determinar si en verdad tenía la intención de matar a David, la ira de Saúl se enciende contra Jonatán. “¡Tú, estúpido hijo de prostituta!—lo maldijo. ¿Acaso piensas que no sé que tú quieres que él sea rey en lugar de ti, para vergüenza tuya y de tu madre?” (1 Samuel 20:30, NTV) Luego Saúl le arrojó una lanza con la intención de matar a su hijo. Jonatán se entristeció mucho al ver el comportamiento vergonzoso de su padre y su actitud hacia su mejor amigo, David.
Una de las cosas que el Dr. Donamaría enfatizó durante el programa es que la persona con un desorden de personalidad no reconoce que tiene un problema, ni acepta que otros le llamen la atención o le hagan ver sus faltas. Usualmente creen que aquel que le está tratando de ayudar es el que tiene un problema.
La única fuente de sanidad
La única esperanza para que alguien con una enfermedad mental encuentre sanidad es que se humille delante del Señor, admita que está pensando erróneamente acerca de si mismo y acerca de otros. La Palabra de Dios tiene el poder para llevar a alguien al punto de arrepentimiento. Leemos en
Hebreos 4:12, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
Si usted o alguien que usted conoce tiene una enfermedad mental, acuda a la Biblia. Deje que Dios le muestre la manera correcta de pensar acerca de sí mismo y acerca de sus amigos y seres queridos, especialmente de sus hijos. No le dé pena confesar sus faltas a Dios y también a los que han sufrido por su inestabilidad. El Señor le perdonará y le dará la fortaleza para hacer los cambios que necesita en su mente y corazón. ¡Feliz día del padre!