Por: Miguel Jacinto
La Escritura nos invita a contemplar el misterio del amor divino reflejado en la figura materna. Aunque la Biblia, fue escrita en contextos patriarcales, frecuentemente se dirige a figuras paternas, no deja de presentar imágenes profundamente maternales para hablar del carácter de Dios y del llamado a la maternidad.
El amor materno consuela
El profeta Isaías dice: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros” (Isaías 66:13). Aquí, Dios mismo se compara con una madre que consuela. El verbo hebreo “consolar” se traduce en la Septuaginta como “parakaleo”, que en el Nuevo Testamento también se refiere al consuelo del Espíritu Santo (Juan 14:26). La maternidad, entonces, personifica un consuelo divino, una presencia que acompaña y sostiene a sus hijos.
El amor materno es sacrificial
El amor materno es una forma del amor “agápe”, el amor incondicional del que escribe Pablo a los Corintios. Esta forma de amor no busca lo suyo, sino que todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera (1 Corintios 13:5). Este es el amor que tantas madres demuestran a sus hijos diariamente. La madre, al ofrecer su vida, refleja el amor de Cristo, quien “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo” (Filipenses 2:6-7). El verbo griego “despojarse” también se traduce “se vació” resuena en cada acto sacrificial de una madre.
El amor materno es una vocación
En Lucas 1:38, María responde al ángel: “He aquí la sierva del Señor”, aceptando con humildad la misión de ser madre del Salvador. La maternidad es, por tanto, un acto de fe, de entrega al plan divino, y un canal de la gracia de Dios en el mundo. La maternidad no solamente es física sino también espiritual. Las madres son llamadas a influir espiritualmente en la vida de sus hijos para enseñarles a amar y servir a Dios.
Honremos a nuestras madres toda nuestra vida
Cuando honramos a las madres, honramos una manifestación visible del amor invisible de Dios. Que este día de las madres no sea solo de gratitud, sino también de reflexión que, en el rostro de una madre, Dios también se nos revela. Hagamos una práctica de toda nuestra vida de honrar a Dios honrando y respetando a nuestras madres. ¡Feliz Dia de las Madres!