Por: Dolly Martin
Los amantes del arte pueden perderse en las galerías mirando pinturas, analizando la composición, la perspectiva de la pieza, los colores usados por el artista, y el ángulo de la luz. Visitar un museo de arte puede estimular su mente y desestresar su alma después de una larga semana de trabajo.
Los ojos son un hermoso regalo de nuestro Creador que pueden traer bendición o maldición al resto del cuerpo dependiendo en donde están puestos. Algunos trabajos requieren que uno mantenga su mirada fija en lo que está haciendo porque si se distrae, el producto saldrá defectuoso. La estilista tiene que concentrarse mientras cose una ropa o la pieza tendrá costuras torcidas. Si el agricultor se distrae mientras está arando, no tendrá filas derechas lo cual hará su labor más difícil y reducirá la cosecha.
También tenemos ojos espirituales que necesitan ser entrenados a no divagar por lugares no provechosos para nuestra alma. El Señor nos ha dado instrucciones acerca de dónde poner nuestra mirada para que traiga el mayor beneficio a nuestra alma y paz a nuestra vida.
El ejemplo de los siervos
En Salmos 123:2 leemos, “He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros”. Una persona pudiente entrena a sus trabajadores a conocer sus gestos para que obedezcan sus señales no verbales incluso cuando tiene una casa llena de invitados. Los siervos tienen que estar pendientes para recibir instrucciones de su amo en cualquier momento o pierden su empleo. Aunque haya personas yendo y viniendo, los ojos del siervo deben estar clavados en su amo para obedecer sus órdenes en todo momento.
El Señor guio al rey David a escribir este Salmo para enseñarnos que de la misma manera que un siervo debe tener sus ojos clavados en su amo, nuestros ojos también deben estar fijos en el Señor en todo momento para seguir sus instrucciones. Los que hemos creído en Cristo Jesús como nuestro Salvador hemos recibido el Espíritu Santo, quien mora en nuestros cuerpos. Él quiere usar nuestros cuerpos para cumplir Su voluntad, pero para que eso ocurra, tenemos que estar pendientes de sus órdenes.
Una mirada fija
Dios repite esta enseñanza en el Nuevo Testamento en Hebreos 12:2 donde dice, “Mantengamos fija la mirada en Jesús, pues de Él viene nuestra fe y Él es quien la perfecciona…”(NBV). Me gusta esta traducción porque comunica con claridad el mandato de Dios. El pide que estemos completamente enfocados en Su persona para no perder ninguna de sus instrucciones durante nuestro diario camino por esta tierra.
El Señor nos ha creado para tener una relación con nosotros como la tuvo con Adán en el jardín del Edén. Leemos en Génesis 3:8 que Dios se paseaba por el huerto a diario y conversaba con Adán. Aunque no podamos verlo con nuestros ojos físicos, el Señor sigue caminando y hablando con nosotros como lo hacía con Adán. El problema es que estamos tan distraídos que no lo vemos, ni lo oímos y por consiguiente no le obedecemos. En vez, nos quejamos de nuestros muchos problemas que nos tienen abrumados.
El yugo de Jesús
Jesús explica en Mateo 11:29 su deseo para nuestra vida. Dice, “Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma”. (RVA-2015). El yugo es de Jesús y Él lleva la carga pesada de ese yugo. Al humillarnos y meter nuestra cabeza en Su yugo, nos damos cuenta de que no pesa. Jesús es el TODOPODEROSO, el gran YO SOY y la parte de la carga que nos toca a nosotros es liviana. Además, cuando estamos yugados a Él, aprendemos de Su ejemplo como enfrentar los problemas de la vida porque Él los está enfrentando con nosotros. En ningún momento nos deja solos.
Un miembro de mi clase de escuela dominical recientemente me recordó de lo sencillo que es la vida cristiana. Dijo: solo sigue a Jesús. Meditando en sus palabras me di cuenta que cuando mantengo mi mirada fija en Jesús, tengo paz. Él se encarga de guiarme y solo tengo que seguirlo, nada más. Él me lleva por pastos verdes y si hay valles de lágrimas, Él camina conmigo por esos valles.
Muchos, especialmente líderes cristianos, andan cansados y con hombros caídos por la carga pesada que llevan. No han aprendido a entrar en la paz que el Señor les brinda cuando simple y sencillamente caminan cada día con los ojos FIJOS en Él. Si eso le describe a usted, le invito a confesar su pecado y a enfocarse completamente en el Señor. No quite de Él su mirada y comenzará a gozar de la vida abundante que Él le ha prometido.