Elizabet: la madre del precursor mesiánico

Por: Miguel Jacinto

“Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril” (Lucas 1:36)

La historia de Elizabet se da en un contexto de calamidad e inestabilidad política, moral y espiritual de Israel. Hacía más de cuatro siglos que Israel había regresado a su tierra después del cautiverio babilónico.  Dios había guardado silencio, a tal punto que no había emitido ningún mensaje por medio de profetas. La vida cotidiana de la nación judía estaba controlada con impuestos y limitaciones por el poderoso imperio romano. Israel había perdido toda esperanza de un futuro de libertad y autodeterminación.

Dios es especialista en irrumpir en medio de la desesperanza

Lucas señala que Elizabet era un mujer anciana y estéril. Sus probabilidades de concebir eran nulas. En los tiempos bíblicos, muchas mujeres que no concebían hijos eran señaladas, menospreciadas y juzgadas por la sociedad. De hecho, hay muchas historias bíblicas que describen el dolor y el sufrimiento de estas pobres y desdichadas mujeres. Por eso, resulta sumamente interesante la historia de Elizabet, la madre de Juan el bautista. Su historia sirve de inspiración para muchas mujeres en la actualidad. 

Una mujer privilegiada

Elizabet fue una mujer privilegiada y bienaventurada por Dios. Su fe y esperanza en Dios le permitió experimentar la concepción milagrosa de Juan el bautista. Su esposo Zacarías, por otro lado, quedó mudo a causa de su incredulidad. Pero Dios obró en el vientre de Elizabet para mostrar su plan y compasión por Israel. Juan llegó a convertirse en el mayor profeta del Antiguo Testamento. Su influencia espiritual preparó el camino para la venida del Mesías.

Estimada amiga, la historia de Elizabet tiene muchas aplicaciones. Al igual que a Elizabet, Dios puede sanar un vientre y activar un embarazo. Él puede traer un hijo que esté lejos de sus caminos. Dios puede sanar una relación familiar inestable. Dios puede traer a la fe a un esposo incrédulo. El principio es que Dios desea avanzar su plan salvífico y esperanzador en la vida de todo aquel que confía completamente en Él. Le invitamos a confiar en Su plan redentor para su vida y toda su familia.

¡Feliz mes de las madres!