Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo

Por: Miguel Jacinto

Hace años, en un pequeño pueblo, un hombre llamado Juan vivió una vida marcada por el remordimiento a causa de sus pecados. Un día, escuchó que Jesús es el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Con fe, aceptó a Cristo como su Salvador. Experimentó una paz inmensa, sabiendo que, por fin, sus pecados fueron perdonados. Desde entonces, su vida cambió radicalmente, viviendo con gratitud por el sacrificio de Jesús en la cruz.

El sacrificio expiatorio

El término “Cordero de Dios” tiene raíces en las ofrendas sacrificiales del Antiguo Testamento. En Éxodo 12, durante la primera Pascua, el pueblo de Israel debía sacrificar un cordero sin defecto, cuya sangre debía ser aplicada en los postes de las puertas para proteger a las familias de la plaga de la muerte de los primogénitos. Este cordero prefiguraba a Cristo, quien sería el sacrificio perfecto, “sin mancha” (Hebreos 9:14). Jesús, como Cordero de Dios, ofrece su vida voluntariamente como sacrificio expiatorio para la remisión de los pecados de la humanidad, cumpliendo así la tipología de la Pascua.

La suficiencia del sacrificio de Jesús

El concepto de “quitar el pecado del mundo” es central en la obra redentora de Cristo. El pecado, que comenzó con la caída de Adán (Romanos 5:12), separa a la humanidad de Dios. Sin embargo, la obra de Jesús en la cruz establece un puente de reconciliación. Juan enseña que: “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2). El sacrificio de Jesús es suficiente para toda la humanidad, pero solamente el que confíe en Él será perdonado de sus pecados.

Reciba el perdón de sus pecados

Estimado amigo, Jesús es el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. La Escritura nos muestra que Cristo es el cumplimiento de todas las promesas de salvación, el sacrificio perfecto y por medio del cual somos reconciliados con Dios. Recíbale en su corazón como el “Cordero de Dios” que quita todos sus pecados. Pídale que sea su Señor y Salvador. Comprométase a amarle y obedecerle desde ahora y para siempre. ¡Feliz Semana Santa!